El anfitrión del Mundial quiere anotar dentro y fuera de la cancha

Moscú

Después de que Rusia empatara 1-1 con Turquía la semana pasada, la FIFA la degradó a su menor puesto histórico en el ranking mundial, el lugar 70. Con eso aseguró un récord adverso e indeseado: ser el equipo peor rankeado que intenta ganar una Copa del Mundo en casa.

Mientras el equipo local se prepara dar el puntapié inicial al torneo el jueves frente a Arabia Saudita, el segundo equipo con peor ranking, las preocupaciones sobre su desempeño son sintomáticas de problemas más amplios en el fútbol ruso. El foco futbolístico en el país llega en el punto más bajo del deporte local, con los equipos luchando por atraer a estrellas extranjeras, descubrir nuevos talentos o incluso mantenerse solventes.

Los críticos dicen que los 683 mil millones de rublos (US$ 10.900 millones) que se gastaron en el Mundial ocultan un abandono de largo plazo. Los jugadores actuales “crecieron cuando el fútbol estaba en ruinas”, dijo Kirill Dementiev, comentarista de la televisión local. “Es una generación perdida. No tuvieron de quién aprender”, explicó.

Hace una década la situación era tan saludable como en el apogeo soviético. La selección nacional estaba en el top 10 mundial. Los jugadores estrella ganaban transferencias a los mayores clubes de Inglaterra. El CSKA Moscow y el Zenit St Petersburg ganaron los primeros trofeos para Rusia en Europa.

Ese período ahora es visto como el principio del declive, con la regla que introdujo la primera división -de no permitir que los equipos tuvieran más de seis jugadores extranjeros en cancha- como una de las razones del estancamiento. El límite pretendía promover el talento local. Pero le dio a los jugadores rusos la posibilidad de ganar mucho más de lo que lograrían en ligas más competitivas en Europa. Hoy sólo uno de los 23 miembros de la selección juega en el extranjero.